Ginebra Los Tornos14 de marzo de 2023Don Quijote es como un partido de fútbol Madrid-Barça, o como el cocido: tarde o temprano te lo encontrarás en el menú, te guste o no. Muchas veces. Me lo leí de jovencita y me procuró algunas de las más memorables siestas de mi adolescencia. De mayor me lo volví a leer y lo disfruté más, aunque había ya leído tantos libros, y muchos me habían gustado tanto, que el Quijote me parecía poca cosa en comparación. Tiene sus virtudes intrínsecas y también un valor particular en su propio contexto. Pero no es un libro que me llevaría conmigo a una isla desierta. Para servir a sus propios fines, Cervantes congela y descongela el hilo principal. Estaría bien si no fuera para insertar algunas narraciones plastas que él encontraría de un subido tono lírico. Para mi gusto, no da con la tecla de la sensibilidad que tienen los personajes clásicos a los que imita, ni tampoco acierta con la dimensión épica. Como parodia, no me hace mucha gracia. A lo mejor en el siglo XVII me hubiese orinado encima de la risa, pero mi yo actual sonríe en algunas ocasiones y gracias. Después de
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