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Por qué los niños no deben leer

Estando hasta el moño de los discursos vacíos sobre la importancia de la lectura en los niños, te quiero recordar que la lectura es un invento del siglo XX igual de dañino que la bomba atómica. Nada bueno ha salido nunca de leer un libro. Si hubiese habido grandes logros gracias a los libros, no habría en el mundo tanta miseria y corrupción. Niños: no leáis. O, al menos, no leáis con la conciencia de estar haciendo algo importante. Únicamente satisfacéis el deseo desbocado de alimentar vuestra mente como hacía el loco Don Quijote.

Leer, y mucho más escribir, es una afición que solo han cultivado unos pocos, como podar árboles para conseguir bonsáis o criar libélulas, y así debe ser. Hasta mediados del siglo XIX, más o menos, la pregunta no era cuánta gente leía, sino qué porcentaje de la población sabía leer o no era esclava. Y aún hoy, bien adentrados en el siglo XXI, una tercera parte de los seres humanos no tiene siquiera acceso al agua potable, cuanto menos a un libro. Por tanto, ¿para qué consumir información en formato libro? Déjame refrescarte la memoria: siempre se han escrito versiones específicas modernizadas e infantiles de algunos clásicos, porque ni conceptual, ni estética ni formalmente son del interés de ningún niño presente ni futuro. No pueden serlo. Hay que consumir las informaciones utilizando un formato adecuado a los tiempos. Son muy pocas las creaciones que pueden consumirse en formato original (modernizando el lenguaje, claro está), poquísimas.

Vamos a ver qué razones aducen esos pedantes para que se lean libros.

  1. Enriquecimiento cultural. La cultura es aquello en lo que te sumerges y aquello que aprehendes a lo largo del tiempo. Hay infinitos modos de enriquecerse culturalmente que nada tienen que ver con los libros (conocer gente, viajar, tener aficiones, etc.). Leer es, si acaso, una manera más de adquirir cultura.
  2. Dominio del lenguaje. Porque el lenguaje es exclusivo de los libros, ¿verdad? Estupideces. El lenguaje está en todas partes, y tanto más fuera de cualquier libro, como una cosa viva. Si solo escuchas entrevistas deportivas, tu dominio del lenguaje será muy limitado, claro está. Lo mismo sucede si lees muchísimas novelas rosas o autos judiciales.
  3. Desarrollo de la memoria. Ni me molesto en refutar esta tontería. No hay nada que desarrolle más la memoria que coleccionar pokémones.
La gente se aprende todas estas informaciones. Ahora mismo (septiembre de 2021) existen 898 pokémones.
  1. Estimulación de la imaginación. Suponiendo que esto sea algo deseable y positivo (no soy psicóloga para saberlo), es algo que puede hacerse perfectamente fuera de un libro. Así se hizo durante toda la historia de la humanidad, hasta que las fábricas empezaron a escupir papel impreso para las grandes masas. Los libros no son estandarte de nada, sino un pequeño recopilatorio de los pensamientos de una microscópica parte de la sociedad, que se ha sedimentado en unos pocos miles de años (y ha hecho explosión, como ya hemos dicho, a partir del siglo XX, momento en que todo hijo de vecino puede convertirse en autor, aunque sea pagando para conseguirlo).
  2. Refuerzo de la relación entre el niño y el adulto. Tontería. Cualquier cosa lo hace. Una relación tóxica también refuerza esa relación, aunque no tiene por qué ser algo deseable. Cocinar juntos panettones también. Hacer albóndigas con los cuerpos descuartizados de los enemigos de la tribu, pintar las paredes de la casa con los pezones… En general, la interrelación niño-adulto podría decirse que refuerza la relación niño-adulto, además de la relación adulto-niño. La lectura es otra más…
  3. Organización del universo del niño. Otra estupidez gratuita. Ir a pescar también organiza. ¿Cuentos de princesas que son salvadas por príncipes? Al parecer ahora las princesas se salvan solas. Lo que de verdad organiza el universo del niño es lo que haga la gente de su entorno.
  4. Adquisición de autonomía cognitiva. Esto suena tan bien que da lástima refutarlo. ¿Los niños que no leen acaso carecen de autonomía cognitiva? Referirse al segundo párrafo de este discurso.

Todas estas teorías están elaboradas por yonkis de la lectura que se aburrían cuando eran pequeños y se ponían morados a leer cualquier cosa que pillaban, con tal de satisfacer su turbia necesidad de huída de la realidad, como remembranza lejana del ya mencionado fijodalgo manchego.

Hazme el favor de dejar a los niños en paz con tus obsesiones. No quieras crear miniyos que hagan lo que tú hiciste, o lo que tú quieras que hagan. Si leías tanto de pequeño será porque no tenías amigos ni actividades interesantes que realizar. Tu celda era tu habitación y los libros tus carceleros. Lo que te pasó se llama en la actualidad síndrome de Estocolmo. No creas que tus ideas sobre la lectura son definitivas, ni que la humanidad se va a ir al traste porque la juventud no lee. Ya te lo he dicho: ni la juventud, ni nadie, ha leído nunca, salvo en un pequeño periodo de la historia en que la lectura se ha convertido en un producto, igual que los cómic, las pastillas de goma, el cine o los videojuegos. ¿A que no eres tan insistente para que los niños vean series o se hagan un tiktok?…

Pirámide del capitalismo (Nicolas Lokhoff, c. 1900), bien puede representar casi cualquier otro orden social. Abajo del todo, los que producen riqueza. Encima de ellos, los que no. Hasta el siglo XX ha habido aproximadamente 72 lectores. En total. En España, por ejemplo, desde que apareciera el Homo sapiens hace 300 mil años, la educación primaria no se hizo obligatoria hasta 1857 (Ley Moyano, así llamada por el tipo que también dio nombre a la famosa Cuesta de Moyano madrileña), pero los niños no tenían que ir a escuela si les proporcionaban instrucción en casa, o bien si pillaba un poco retirada, lo cual en la práctica significa que la educación era más recomendable que obligada.

Eres tú quien ha de ser creativo y ofrecer a los niños algo que sea de su interés y no un mar de sopor y aburrimiento. Por lo general, las personas quieren estar con otras personas y hacer cosas divertidas. Leer puede convertirse en un castigo, igual que ver la tele o jugar un videojuego. Si crees que leer es divertido e interesantísimo, intenta explicárselo al niño. Si no lo entiende, o a él no se lo parece, ¿por qué insistir? No seas boomer. No perpetúes de modo gratuito el cualquier tiempo pasado fue mejor. Algo muy habitual es que el niño pueda disfrutar si le lees un cuento, o si se lee una historia entre todos, o si se crea un relato por turnos. Fíjate: lo importante no es específicamente el acto de leer

Ahora vamos a ver una relación de motivos que sí pueden ser interesantes para influir sobre un niño para que lea:

  1. Adquisición de una ventaja competitiva sobre los demás, cosa que se desarrollará con más profundidad en los siguientes puntos. Es de notar que los demás también sabrán detectar a un lector y solo con eso el lector adquiere de manera automática una especie de aura que le aporta un plus en muchas habilidades que son valoradas socialmente: juicio crítico, cantidad de conocimientos, etc.
  2. Con independencia de las habilidades que le atribuyan los demás a un lector, la lectura es el método más eficaz y económico para adquirir una gran variedad de competencias: conocimientos intelectuales y científicos, amplia visión histórica y cultural, dialéctica, capacidad de análisis y de observación, y un gran número de habilidades cognitivas, además de saber fabricar explosivos caseros, que es muy importante.
  3. Variedad argumental sin parangón, igual a entretenimiento infinito. En lo que respecta al consumo de ideas y entretenimiento, la literatura no tiene rival. Aunque existe un mercado muy desarrollado de bodrios (equivalente a la industria del cine o la música, por poner un ejemplo), solamente el número de clásicos disponibles multiplica por 100 la variedad argumental y estilística disponible en cualquier otra disciplina artística. Si quieres, puedes introducirte en la mente (o en una parte de la misma) de un asesino, de un líder religioso, de un conejo, viajar a cualquier lugar existente o inventado y quedarte a vivir en él… La variedad de historias que existe en el cine o en las series, que ahora son un producto tan consumido, no supone ni una milésima parte de lo que se encuentra en los libros.
  4. Cada libro es un encuentro intenso con un autor y todas las influencias de ese autor, y con uno mismo, así que todo libro puede transformar nuestra visión del mundo. La misión del artista tiene muchas dimensiones. Una de ellas consiste en explicar o hacer accesibles muchos puntos de la realidad a personas que los desconocen o no tienen acceso a ellos. Otra, bien conocida, es la misión transformadora de la persona y del mundo, superando las barreras del espacio y el tiempo. Así pues, cada libro tiene el poder de hacernos mejores, aunque solo sea un poco.
  5. Las emociones fuertes no son exclusivas de la industria audiovisual. Con un buen libro puedes satisfacer tus necesidades sentimentales de todo tipo: miedo, angustia, amor, euforia… Si tu imaginación está suficientemente desarrollada puedes sentir incluso frío y calor, vértigo, dolor… Puedes cagarte encima si es algo que aprecies.
Captura de Second Life de Sarah Andrea Royce (CC BY 2.0). En los libros pueden encontrarse historias tan emocionantes o más que esta tórrida cita con puesta de sol que tuvo Sarah, con un maromo levantándola en vilo mientras le despachurraba el pecho y le horadaba el cráneo con su pelazo.
  1. Leer es una afición buenísima. Es relativamente económica y nunca cansa, ya que puede ser interesante en sí, y además sirve de sustento para una gran variedad de actividades intelectuales: adquisición de conocimientos, desarrollo de habilidades cognitivas, etc. Es decir, puede resultar una ayuda inestimable para apoyar otras áreas de tu vida (otras aficiones, trabajo, relaciones, equilibrio mental…).

En resumen: niños, no leáis, o al menos no leáis por los motivos expuestos arriba del todo. Si lo hacéis por eso, podéis acabar siendo porteros en un prostíbulo:

El portero del prostíbulo, Jorge Bucay
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