Mal empezamos. No encuentro una cita de Bukowski, así que habrá que conformarse con la idea general. Decía algo así: el autor de éxito, que vende muchos libros, piensa que es muy bueno. El que vende poco piensa que es demasiado bueno para ser comprendido. Y el que no vende nada, ni es conocido, piensa que es un genio, un diamante en bruto.
Quitando a unos pocos autores que son conscientes de su valía, y además realistas (o humildes, como diría un moralista), la mayoría de los que escriben piensan que lo hacen bien, en general, aunque podrían hacerlo mejor. Opino que está bien así. ¿Qué clase de persona seguiría lanzando al mundo algo que cree genuinamente que es una porquería? Algún día hablaremos sobre esto.
Vamos a mentar sobre todo a autores modernos, ya que resulta difícil valorar el nivel de petamiento de muchos autores, fundamentalmente grecolatinos, cuando ni siquiera existía la literatura como hoy la entendemos.
Petarlo vendiendo
La literatura puede describirse como un arte multifunción. La única literatura posible no es la que siempre innova, emociona, sorprende y pone al ser humano del derecho y del revés. No siempre tiene que enseñar y utilizar palabras rebuscadas, escoger escenarios extraños, personajes especialísimos… Ni siquiera tiene que componerse todo en verso, aunque hubo un tiempo en que así era.
Por tanto, puede petarlo quien atienda a una de las funciones primarias de la literatura: entretener. Lo más fácil es entretener con temas de moda, así que al cabo de unos años es posible que nadie lea lo que antes tanto triunfaba. Pongamos por caso las novelas de caballería. En su época, lo petaron, aunque en aquel entonces no existía un soporte comercial para explotar esas creaciones. Ahora no hace falta más que mirar las listas de ventas para ver qué temáticas están de moda: la historia-política literaturizada, la autoayuda, los programas de televisión, la mujer, los youtuber… Y algunos temas de más largo recorrido: literatura romántica, cocina, universos fantásticos…
Quitando algunas excepciones, es muy raro que en estas listas se encuentren autores valorados en los círculos más eruditos, o que las obras sobrevivan a sus autores y se conviertan en clásicos.
Corín Tellado, foto by Agneta Von Aisaider, CC BY 2.0Como representante de esta categoría, vamos a escoger a la sin par asturiana Corín Tellado, que es la autora más vendida en idioma español. En la edición española del Guinness de 1994 dijeron que llevaba 400 millones de novelas vendidas, aunque es difícil o imposible saberlo con certeza. Ahora bien: atendiendo al hecho de ser la autora más leída en español (si quitamos el Quijote), proporcionalmente, ¿cuántas personas sabrían el título de solamente tres de sus libros? Te voy a dar una pista: escribió más de cuatro mil novelas, así que si te inventas un título, probablemente sea también el título de una de las suyas.
Petarlo creando
Petarlo vendiendo libros es un hecho excepcional. Y ganarse la vida escribiendo, dificilísimo. Y ahora viene la frase lapidaria final: petarlo creando es lo más difícil de todo.
Según la humanidad se ha ido civilizando y han llegado a los hombres los avances sociales que permiten que seamos esclavos con tiempo libre, se han ido multiplicando los educandos y el gusto por la escritura. Así de memoria, ¿alguien podría recitar del tirón el nombre de 10 escritores imprescindibles del XVII o del XVIII? Solo los que saben mucho… Sin embargo, es fácil para mucha más gente recordar 10 grandes escritores del XIX, y muchísimo más fácil 10 del siglo XX, simplemente porque en el siglo XX se ha publicado la inmensa mayoría de toda la literatura que existe. Y a partir de este siglo XXI, probablemente se duplique esa cantidad, y mucho más material sea creado y permanezca en el anonimato. Solo el mercado de la autoedición genera en el mundo millones de títulos cada año. Por no hablar de la industria regular y de los cientos de miles de autores de blog y similares, que seguramente escaparán a toda posible catalogación presente y futura.
Aun así, ¡qué difícil es petarlo creando! Harry Potter, un superventas, habla de un cole de magos. ¿Original? Nada original. Juego de Tronos, basada en Canción de hielo y fuego de un tal George RR Martin, una de las series más famosas de todos los tiempos: tíos con espadas. ¿Original?…
No seré tan audaz de explicar en qué consiste petarlo creando, pero se pueden dar algunas pautas:
- Que tu obra se recuerde a través de los siglos.
- Que tu obra se traduzca a muchos idiomas.
- Que tu obra sea inspiración para otros creadores.
- Que tu obra transforme el mundo (de algún modo).
Quería terminar este apartado con unas notas costumbristas sobre autores que lo petaron creando, aunque no lo petaron vendiendo, o algunos que lo petaron vendiendo pero no pudieron disfrutarlo, como las hermanas Brontë, que publicaron bajo seudónimo y además murieron jóvenes (de tuberculosis, como es canónico hasta el descubrimiento de los antibióticos).
Edgar Allan Poe suele ser ejemplo de autor al que le fue todo mal, pero en realidad le fue mejor que a otros. Pudo dedicarse a escribir, aunque su fama post-mortem superó con mucho a su fama pre-mortem. Algo parecido le pasó a Gustavo Adolfo Bécquer y a muchos otros escritores: no fueron best-sellers, pero al menos pudieron vivir de escribir.

Autores que fueron de menos a más hay muchos. Pongamos como ejemplo a Bukowski (con quien abrimos este asunto) o a Henry Miller.
Un caso particular es Herman Melville, el ahora célebre autor de Moby Dick, que publicó y no vendió ni un churro. Vivió del empleo en las aduanas que le consiguió su mujer (ella era hija de adinerados) y comenzó a triunfar a su muerte.
Mijaíl Bulgákov puede ser ejemplo de autor muy interesante que no lo petó en vida por ir a la contra política en su tiempo. En verdad Bulgákov triunfó mucho en su época, pero después sufrió toda la fuerza de la censura sobre su obra. Su novela inmortal El maestro y Margarita se publicó póstumamente y fue un éxito inmediato. A fecha de hoy, se cuentan por docenas las adaptaciones a teatro, película, serie y serie animada de TV.
Otros casos peculiares podrían ser los de Emily Dickinson, que no publicó nada en vida, o el del maldito Rimbaud, que decidió dejar la literatura a los 20 años.
Todos estos autores y autoras han alcanzado la inmortalidad, y son una minoría. Puede concluirse que petarlo creando es una aspiración casi irrealizable, y que quien quiera hacerlo tendrá que renunciar en muchos casos al reconocimiento en vida.
Petarlo de todas las maneras posibles
Si vender muchos libros es dificilísimo y ganar la trascendencia literaria casi imposible, ¿qué decir sobre ambas cosas al mismo tiempo?
Por hacer algo, me he ido al listado de ganadores del Nobel de Literatura y, si bien son casi todos conocidos, realmente hay pocos de quienes puedan citarse de memoria dos o tres títulos. Como autores de fama inmortal (cosa que todavía está por ver, ya que este premio es relativamente reciente, y teniendo en cuenta que las obras han de pervivir a través de los siglos y no de las décadas), yo destacaría a Kipling, Pearl S. Buck, Hemingway, Steinbeck, Neruda y García Márquez.
A lo largo de la historia ha habido bastantes autores de éxito cuyas obras han perdurado en el tiempo, aunque son poquísimos en comparación con la cantidad de autores que ha existido.
Lope de Vega, poeta y dramaturgo del Siglo de Oro español, fue muy prolífico y conquistó la fama en vida, y una posición tan acomodada como podía tener el hijo de un bordador cántabro. La gente le aplaudía por la calle y su entierro fue sonadísimo, durando nueve días las honras fúnebres.

Oscar Wilde fue una primerísima figura hasta que dio con sus huesos en la cárcel. Algún día contaremos sin prisas cómo lo logró. Unos años después, murió arruinado y olvidado.
Tolstoi es una de las grandes figuras indiscutibles de la literatura universal y lo petó en vida, aunque en sus últimos años se retiró de la creación literaria, se apartó de las mieles de la vida y se dedicó a ser consecuente con lo que pensaba: quiso repartir sus bienes entre los menos favorecidos (cosa que evitó su familia), cultivó su vegetarianismo, criticó la hipocresía de las instituciones eclesiásticas y se dedicó a ser profesor en una escuela que abrió para los niños de los campesinos.
Jorge Luis Borges estuvo muy bien situado y también ganó fama internacional en vida.
Dostoyevski también vivió de triunfo en triunfo, y fue un autor reconocido desde muy joven, aunque siempre le fue mal económicamente por su afición al juego y a contraer deudas (incluyendo una que dejó su hermano al morir).
No sucedería sino hasta bien entrado el siglo XX que un autor pudiera escribir un libro y cubrirse de dinero, cuando ya existían grandes redes comerciales y había mucha gente que podía permitirse el lujo de comprar libros. En épocas anteriores, la lectura era un placer reservado para una minoría. Luego empezó a democratizarse la literatura cuando los libros se publicaban a trozos en los periódicos. Este fue el modo de publicación más frecuente para autores como Dostoyevski y Dickens.
El inglés Charles Dickens también fue un autor enormemente popular en su época, y ha legado a la posteridad una gran cantidad de obras, todas ellas bien conocidas por cualquier lector.
Siguiendo con los albiones, podemos citar a otros autores de éxito, como Lewis Carroll y Walter Scott. Y, por supuesto, la reina del crimen, Agatha Christie, que fue un fenómeno editorial sin precedentes, y ES la autora más vendida de toda la historia.
Otros autores famosos e influyentes son Faulkner (también Nobel), Capote, Roald Dahl, Conan Doyle, Austen y Twain, Dumas, Tolkien… Y más.
Conclusión
Hagamos hincapié en el hecho de que aunque haya muchos autores que han ganado fama universal, en realidad son muy pocos en comparación con la cantidad de personas que han escrito y escriben. Puedo revelar que solamente en Libretes hay aproximadamente medio millón de autores catalogados, de todos los tiempos. Y solo son una parte de los que han existido. También os puedo revelar que en España se publican anualmente alrededor de setenta mil nuevos títulos. ¡Solo en España! Ahora sumadle toda la gente que escribe y no publica nada, o lo publica a su manera (por ejemplo, en blogs y redes sociales, o simplemente sin número de ISBN y, por tanto, fuera de las cifras oficiales).
Podemos concluir que es muy difícil crear. Triunfar, dificilísimo. Innovar, excepcional, casi imposible. La inmensa mayoría de escritores renombrados no vive únicamente de la escritura. Suelen ser además periodistas, profesores, lectores de libros, charcuteros o vaya vd. a saber qué más, y hacen todo tipo de trabajos humillantes, como participar en conferencias, presentaciones de libros o ser jurados de premios literarios. Digo humillantes, aunque a muchos les encanta, sobre todo el asunto de los canapés.
