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Marcial, el de los epigramas

Marcial

Los Epigramas de Marco Valerio Marcial han traído loco a todo el mundo desde que los compuso hasta el día de hoy, quitando el oscuro periodo de la Edad Media. Es natural, porque son composiciones cortas (cosa que siempre agrada), en verso (cosa que siempre ayuda) y tratan una variedad de temas con un verbo conciso, agudo y con una fantástica moralidad de factura propia (cosa que siempre sorprende, no hay más que ver el periodo puritano que estamos viviendo actualmente).

Marcial era hispano, de la provincia Tarraconense. Nació en Augusta Bílbilis, una ciudad que está en el arco que conforman el río Jalón y el breve Ribota, junto al actual pueblo de Huérmeda (Zaragoza).

Sabemos que nació el día 1 de marzo y que era alrededor del año 40 d.C., a caballo entre Calígula y Claudio, el inmediato precedesor de Nerón. Y sabemos que sus padres le pagaron una educación. Aunque era para Bílbilis un periodo de relativo esplendor, estaba muy alejado de la capital provincial y además Marcial quiso probar suerte en Roma. Allí marchó cuando cumplió los veinte años. Poco más tarde, en el 64 d.C., sucedió el famoso incendio de Roma, que describió Plinio el Viejo. Henryk Sienkiewicz (Nobel de Literatura en 1905) ambientó su novela Quo vadis? en aquella época, y más tarde Peter Ustinov haría el papel de Nerón en la homónima película hollywoodiense, dando pábulo a las voces que acusaban a Nerón de perpetrar el incendio, cosa que no se sabe pero parece improbable, ya que después gastó toda su hacienda para ayudar a reconstruir la ciudad.

Peter Ustinov haciendo de Nerón en Quo vadis?

No está muy claro a qué dedicó Marcial toda su vida en Roma, salvo escribir, aunque hizo algún intento de dedicarse a la abogacía. A juzgar por sus palabras, la profesión le provocaba urticaria. Aunque tuvo éxito y era conocido, de la venta de libros no vivía, porque en Roma cada cual podía copiar y vender lo que quisiera, sin darle nada al autor. Sin duda lisonjeó a los ricos y pidió ayuda a cualquiera que pudiera prestársela. Los Sénecas habían caído en desgracia, así que con ellos no pudo hacerse mucho, pero en sus poemas hay menciones a varios pudientes del momento, como los Calpurnios Pisones o la viuda de Lucano. Lloró mucho su pobreza, pero tenía esclavos y un copista, así que debió de vivir con mediana holgura y se jubiló en una casa en propiedad que compró en su pueblo, donde fue feliz hasta el fin de sus días.

¿Qué es un epigrama?

Presentado Marcial, el rey de los epigramas, cabe preguntarse qué es un epigrama.

Es, originalmente, una inscripción hecha en piedra o sobre algún material duradero, con algún texto sobre un muerto, una dedicatoria, un voto o la conmemoración de un suceso. Por extensión, son breves composiciones poéticas sobre temas variados, siendo los más habituales los motivos laudatorios hacia alguien a quien se quiere encumbrar o influir, ácidas críticas e ingeniosas ocurrencias, normales o picantes. En muchos casos, se toman motivos de la vida diaria, pequeños detalles, y en eso se acerca a otras formas de arte popular. Marcial tuvo grandes predecesores, como Catulo (84-54 a.C.) y Cornificia (también neotérica, de quien dice San Jerónimo que se conservaron hasta su época centenares de apreciadas inscripciones funerarias).

Vamos a ver un bonito epigrama cretense, porque un epigrama vale más que mil palabras (?):

Epigrama funerario de Polyrrenia, Creta (s II-I a.C.). Foto y estudio de Stylianos Alexiou, 1956, Sociedad de Estudios Cretenses

En moderno quedaría algo así:

Se cortó Virtud los bucles de su pelo y toda Creta se lamentó atormentada por el duelo cuando Hades se llevó a la que era excelente en todo, a Tiro, hija de Sosámeno. Entre tristes gemidos, la muerte embelleció con sus manos a su querida hija. Y nunca más entre los vivos, nunca más, el sol contemplará una joven de semejante prudencia y belleza.

El escueto TU FAMILIA NO TE OLVIDA que es trending topic en los cementerios actuales poco tiene que hacer contra el epigrama de Tiro, la que era excelente en todo.

Los epigramas de Marcial

Existen riadas de tinta vertidas en comentarios acerca de la obra de Marcial, que nos ha llegado en 15 libritos. Después de alabar su pluma y su donaire, no queda más remedio que coger unos cuantos, no tan al azar. La cosa tiene menos gracia estando traducida y sin conocer las abundantísimas referencias que hace Marcial a las cosas de la cultura y gentes de su tiempo, así que voy a escoger algunos epigramas que me parezcan más comprensibles. La traducción es de José Guillén Cabañero y se pueden descargar en PDF (gratuitamente, para uso personal) las obras completas de Marcial desde la web oficial del Instituto Fernando el Católico.

Voy a dejar uno de cada libro:

Entre las crueles peripecias de la caza de fieras ofrecida por el César, habiéndose clavado una ligera asta en una cerda preñada, salió un cerdito por la herida de la desgraciada madre. ¡Oh feroz Lucina!, ¿fue eso un parto? Ella hubiera querido morir herida por más dardos, para que todos sus cachorrillos encontraran expedita una triste salida. ¿Quién puede negar que Baco nació por la muerte de su madre? Creed que un dios nació así, porque también ha nacido un animalito.

“Libro de los Espectáculos” – XII – El espectáculo de una cerda preñada

Baco terminó de gestarse cosido en el muslo de su padre, Zeus.

Como nunca te veía juntarte con hombres, Basa, y porque ninguna hablilla te atribuía un amante, sino que a tu alrededor tenías siempre a tu absoluto servicio un grupo de tu propio sexo, sin presencia de varón, me parecía que eras, lo confieso, una Lucrecia. Pero tú, Basa, —¡qué atrocidad!— hacías de macho. Te atreves a unir entre sí coños gemelos y tu enorme clítoris hace las veces del varón. Has ideado una monstruosidad digna del enigma tebano: que, aquí donde no hay varón, haya adulterio.

Libro I – XC – Marimacho

“Todo es común entre amigos”. Esta es, esta es tu comunidad, la que tú proclamas día y noche con grandilocuencia. A ti te cubre una toga lavada en el lacedemonio Galeso o que Parma ha hilado de vellones escogidos; a mí, en cambio, una toga que ha sufrido las iras de los cuernos de un toro, de la que el primer pelele no querría que se dijera que es suya. A ti la tierra de Cadmos te ha enviado mantos de Agénor; mis púrpuras no las venderás ni por tres monedas. Tú sostienes tus veladores líbicos en colmillos indios; mi mesa de haya se apoya sobre unos ladrillos. Enormes salmonetes cubren tus fuentes damasquinadas; tú, camarón, apareces rojo en mis platos de tu mismo color. Tu cuerpo de camareros podría competir con el mariquita troyano; en cambio yo, en vez de Ganímedes, recurro a mi mano. ¿De tan grandes riquezas no das nada a tu viejo y fiel camarada, y dices, Cándido, “todo es común entre amigos”?

Libro II – XLIII – Todo es común entre amigos

Este “comunismo” de antaño me recuerda mucho al moderno.

Me recomiendas, Cordo, que escriba epigramas más cortos.
—Hazme lo que Quíone.
—No he podido hacerlo más breve.

Libro III – LXXXIII – No puedo ser más breve

¡Ea, ya vale, ea, librito, ya estamos llegando al husillo! Tú quieres seguir e ir más adelante y no puedes ya sostenerte en la última parte de la página, como si no se hubiera cumplido el objetivo que se ha cumplido incluso con la primera página. Ya el lector se queja y te abandona, ya hasta el mismo copista dice esto: “¡Ea, ya vale, ea, librito!”.

Libro IV – LXXXIX – ¡Ya está bien, librito mío!

Hace tiempo, Lupo, que buscas preocupado y me preguntas a qué maestro confiar la educación de tu hijo. Te aconsejo que evites a todos los gramáticos y rétores, que no vea ni por el forro los libros de Cicerón ni de Virgilio, que deje a Tutilio con su fama. Como haga versos, deshereda al poeta. ¿Quiere aprender oficios de dinero? Procura que se haga citarero o flautista de acompañamiento. Si el muchacho tiene visos de ser duro de mollera, hazlo pregonero o arquitecto.

Libro V – LVI – Cualquier ocupación da más dinero que las letras

Mientras una hormiga vaga a la sombra de un chopo, una gota de ámbar atrapó al diminuto animal. Así, la que poco ha, en vida, era minusvalorada, ahora con sus funerales se ha vuelto valiosa.

Libro VI – XV – La hormiga en su relicario

Al oír la morena Licoris que con los soles tiburtinos se blanquea el esmalte de una dentadura vieja, se trasladó a los collados de Hércules. ¡Qué poder tiene la brisa del elevado Tíbur! Al poco tiempo volvió negra.

Libro VII – XIII – Tostada por el sol

Fantástico ejemplo de pensamiento transversal. Chupaos esa, dentistas.

Una parte de tus mejillas la llevas cortada a peine, otra la llevas afeitada y otra, depilada. ¿Quién pensaría que es una sola cabeza?

Libro VIII – XLVII – Tres en uno

Marcial no dejaba hípster con cabeza.

En el baño en que oyeres, Flaco, un aplauso, que sepas que allí está el cipote de Marón.

Libro IX – XXXIII – Los honores de rigor

A César lo que es del César y a Marón lo que es de Marón.

Lo que hace más feliz la vida, gratísimo Marcial, es esto: una hacienda no ganada con el trabajo, sino por herencia; un campo no desagradecido, un hogar siempre encendido; pleitos nunca, toga poca, la conciencia tranquila; un vigor congénito, un cuerpo saludable; una prudente sencillez, unos amigos de la misma condición; unos convites fáciles, una mesa sin artificio; unas noches sin borracheras, pero libres de preocupaciones; un lecho nada triste y, sin embargo, púdico; un sueño que haga cortas la noches; lo que uno sea, querer serlo y no querer más nada; el último día, ni temerlo ni desearlo.

Libro X – XLVII – Requisitos de una vida feliz

Para aliviarte la garganta, constantemente irritada por una tos seca, el médico, Partenopeo, receta que se te dé miel, nueces, tortas dulces y todo aquello que impide que los niños estén enfadados. Pero tú no dejas de toser en todo el día. Esto no es tos, Partenopeo, es gula.

Libro XI – LXXXVI – Esto ya es gula

Como la hermosa Filis se me había entregado con largueza una noche entera de todas las formas, y pensando yo por la mañana qué regalo hacerle —si una libra de perfume de Cosmo o de Niceros, o un buen peso de lana bética, o diez áureos de la acuñación de César— abrazándose a mi cuello y haciéndose la zalamera con un beso tan largo como el zureo de las palomas, se puso Filis a pedirme un ánfora de vino.

Libro XII – LXV – Filis me pide un ánfora de vino

Mi favorito, Filis siempre mejor que Sífilis.

Para que estas berzas descoloridas no te den asco, con agua nitrada vuélvase verde la col.

Libro XIII – XVII – Manojo de col

Ya se usaba el E-250 en los alimentos.

¿De qué servirá este boj que con mil dientes hendidos se te regala, para no encontrar aquí ni rastro de cabellos?

Libro XIV – XXV – Peines

Los libros XIII y XIV tienen poco valor.

¿Qué interés puede tener un epigrama para un ciudadano del siglo XXI?

Se cuentan por decenas de miles las inscripciones birladas a la usura del tiempo y almacenadas en oscuros sótanos, y raramente expuestas a la mirada pública. Pero son muchas más las inscripciones efímeras que se perdieron y las de la época actual que adornan las paredes.

Te comento: los epigramas están ahí abajo. ¡Están vivos! Puede que en tu misma calle. La mayoría tendrán una vida corta, como siempre ha ocurrido, y sucumbirán a los disolventes que empuñan diariamente los empleados del ayuntamiento de todas partes del mundo. Solo unas pocas inscripciones perdurarán.

CC BY-NC-SA 2.0 Rosa G. y Santiago Ochoa

A ti te corresponde juzgar si son de tu interés o no.

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3 respuestas a «Marcial, el de los epigramas»

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