Puede haber muchos motivos para dejar los libros en papel y pasarse a digital. En última instancia, se trata de una decisión personal. Vamos a citar algunos ejemplos:
- Te han amputado un brazo recientemente: encontrarás más cómodo manejar un e-book que un libro tradicional. Esta es una de las primeras causas de migración a lo digital.
- Quieres salvar el planeta y eres consciente de que por cada libro que compras muere un árbol. O muchos, dependiendo del tamaño del árbol y del tamaño del libro.
- Alguien con más sentido común que tú te ha prohibido meter más libros en casa: ¡no caben, por todos los demonios!
- Eres alérgico a la celulosa.

Y así, muchas más posibilidades. Mi caso fue el tercero: la cantidad de libros que acumulaba no guardaba una proporcionalidad directa con el tamaño de mi vivienda, y las personas que viven conmigo querían utilizar su estúpido espacio para futilidades como poner sofás y cuartos de baño.
¿Qué tienen los libros de papel que no tengan los e-book?
Si eres fan acérrimo de la comida deshidratada, como el yatekomo, en detrimento (por ejemplo) de un buen ramen fresco recién cocinado, puedes saltarte tranquilamente los siguientes párrafos.
La textura, el peso, el olor del libro, es algo irremplazable. Da igual si está recién impreso y huele a tinta fresca y a barniz, o si huele a humedad y las hojas se te deshacen entre las manos: un libro impreso es una experiencia sensorial más allá de la lectura. Especialmente si es una buena edición, realizada por un editor amante de los libros, apreciarás la composición tipográfica, la calidad del papel y los acabados perfectos, si ha salido de una buena imprenta. Incluso si es una edición barata de bolsillo del año de maricastaña y ha llegado hasta ti de segunda, tercera o decimoséptima mano, sabrás apreciar el romanticismo de tener entre las manos un libro que quizás haya viajado más que tú, y que probablemente contenga el ADN de muchas personas fallecidas entre sus páginas.
Un detalle importantísimo: los títulos disponibles en digital ni se acercan a lo que puede conseguirse en papel. Si te vale con libros conocidos, o con lo que caiga entre tus manos, el digital te puede valer. Si quieres leer cosas concretas, aunque no sean muy raras, tienes que saber que solo vas a encontrar una parte en formato digital, pongamos por caso autores bastante conocidos como Henry Miller o Walter Scott. Si son autores un poco más raros, despídete. Si te interesa profundizar en un tema, tendrás que tirar de librerías de viejo, porque la inmensa mayoría de los libros existentes tampoco se re-editan, ni en papel ni en digital.
Otra cosa que sucede, y que no es ventaja del papel, sino desventaja del e-book, es que son muchos y variados los formatos digitales. Es muy probable que de todo el catálogo digital tampoco puedas acceder a una gran parte de él, por disidencias en los formatos.
Además, hay formatos que no son adecuados para los lectores digitales, como el PDF, porque es un formato “prefijado”. Por ejemplo, si el PDF se diseñó a tamaño A4 y tu lector es tamaño A6, pues eso: lo verás cuatro veces más pequeño o por trozos, alterando el diseño original. Los otros formatos, como EPUB o MOBI, son formatos fluidos, de texto, y se adaptarán al tamaño estándar o al que a ti te dé la gana, según las preferencias del dispositivo.
Similar a lo anterior: dependiendo del dispositivo que utilices, conseguirás los libros de unas u otras fuentes, así que puedes quedar restringido también por estar atado a una manera de conseguir los libros (en una tienda particular, o simplemente porque los libros te los copia tu primo cuando viene a verte una vez al mes).

El manejo de algunos libros en papel es mucho más cómodo que su versión digital. Aunque no lo parezca, los libros electrónicos son algo mazacotes y puede resultar bastante pesado e irritante manejarse a través de las anotaciones, glosarios, etc.
Hay características propias del papel que de momento no existen en los lectores digitales, como poder ver fotos en color de alta calidad; y otras que nunca existirán, y que son propias de los materiales empleados: desplegables, libros popup, distintos papeles, troquelados, tinta invisible y un larguísimo etcétera.
¿Cuáles son las ventajas del e-book?
Sí, los libros electrónicos tienen sus ventajas, incluso para sus más enconados enemigos. La sencillez de su manejo, sin ir más lejos. En un día con el metro abarrotado, bien puedes leer tu libro utilizando una sola mano: es muy ligero y con un dedo se maneja lo básico con soltura.
En el libro electrónico lo llevas todo en un formato bastante manejable: ligero, como ya hemos dicho, y de bolsillo. No necesitarás nada más en toda tu vida. Si bien hemos dicho que habrá miles de títulos que quieras leer y no estén en digital, también es cierto que hay otros miles de títulos que quieras leer y sí estén disponibles, así que bien podrías irte a una isla desierta con el libro electrónico y no necesitar nada más para el resto de tu vida.
Funciones adicionales: con la sobredosis que tenemos de información y dispositivos, yo personalmente no utilizo para nada la radio de mi libro electrónico (!) ni su reproductor de música, ni nada más que la función de lectura… Pero a lo mejor un día no tienes hora y el aparato lleva un reloj, o quizá necesitas mirar algo en internet o escuchar música, o ponerte una alarma, o buscar una palabra en el diccionario… Y puedes.

Lectura nocturna: mi ventaja favorita. Si tienes la suerte de contar con un libro electrónico de pantalla retroiluminada, tendrás horas y horas de disfrutar de la lectura en la oscuridad, calentito entre tus sábanas y sin que tengas que usar brazos robóticos para soportar el peso de tu librazo favorito. Los distintos niveles de brillo de la pantalla serán tus aliados para encontrar el punto justo entre quedarte ciego por falta de luz y que tu nervio óptico arda en llamas por su exceso.
Si te cambias al e-book…
Esto no es una guía de compra, así que solo te voy a comentar algunas características, y te informo de que por unos 100 € —a fecha de hoy— puedes comprarte un libro electrónico bastante decente y amortizarlo durante años.
- Hay muchas posibilidades para leer libros digitales. Si eres un lector habitual, te recomiendo únicamente lectores digitales especializados (nada de tablets ni engendros extraños) y de marcas conocidas, porque son los que no te darán problemas. Los libros electrónicos no lanzan la maligna luz azul (como las tablet y los teléfonos móviles), así que son inocuos para tus ojos.
- Si tienes a mano un ordenador, utiliza un organizador de libros como calibre (gratuito) para mantener tu biblioteca, porque meter todo al barullo en el libro electrónico es un lío (no es muy adecuado para grandes cantidades de información). Es mejor ir metiendo y sacando los libros de vez en cuando que volverse loco buscando. Si no, puedes ayudarte de una memoria flash externa, o de tu sobrina Eustaquia, a quien se le dan muy bien los aparatos.
- Como te he comentado antes: pantalla retroiluminada, sin pensárselo dos veces. Te permitirá leer en la oscuridad y en condiciones de baja o mala luminosidad (por ejemplo, si estás entre sol y sombra, puede también ayudar, aunque haya mucha luz disponible).
- Escoge bien la funda. Sé que te resultará difícil resistirte a esa funda rosa peluda con orejitas de furry, pero tienes que ser fuerte y escoger una que cumpla varias funciones:
- Proteger el libro de golpes, caídas y apachurramientos.
- Si es posible, que proteja también los botones que tenga el lector, de modo que no se vaya pulsando todo cuando llevas el libro en el bolso.
- En ocasiones, encontrarás útil que la funda sirva de atril o soporte para sostener el libro, por ejemplo mientras te pones un cubata en la cocina. Hay fundas que pueden plegarse o ponerse de cierto modo para sostener el libro en distintas posiciones. Estas fundas suelen ser magnéticas.
- Si vas a llevar el libro a todas partes y quieres que te dure lo más posible, apreciarás que la funda sea lavable. Por favor, desecha ya la idea de esa funda rosa peluda.
- Escoge un lector adecuado al uso que le vayas a dar: en el mercado vas a encontrar lectores con un montón de extras, que tengan bluetooth, acelerómetro, los grandes éxitos de David Bisbal pre-grabados, rayos láser para fulminar a tus enemigos… Pero lo pagarás en peso (del dispositivo) y sobre todo en precio. Compres lo que compres, ni se va a parecer en prestaciones a una tablet o smartphone. Y si se parece, malo, porque será pesado y poco manejable. Tampoco te vuelvas loco con los GB. Ponle que quepan de mil a cinco mil libros por cada 1 GB, y ya hemos dicho que estos dispositivos no son muy adecuados para manejar tanta información así que, salvo que de verdad te vayas a una isla desierta para nunca más volver…
- La batería: si te vas a gastar más dinero por algún motivo, que sea por horas de autonomía. Tener un cacharro más para cargarle la batería es un engorro, así que cuanto más dure, mejor.
- Si tienes la opción, no te limites a los libros que te ofrecerá la tienda de tu dispositivo: hay muchos miles de títulos disponibles de manera gratuita en internet, tanto clásicos como novedades. Esa es la mayor de las gracias de lo digital: romper los límites. Si no sabes cómo conseguir esos libros, pregúntale a tu sobrina Eustaquia.
- No renuncies al papel. Aunque el libro electrónico se convierta en tu libro de cabecera, siempre que quieras puedes comprarte un libro de papel y toquetearlo, olisquearlo y lametearlo todo lo que desees. En las casas siempre queda un hueco para meter un libro más: deshazte de la tostadora o de cualquier otro objeto insignificante. También puedes acudir a uno de esos sucios sitios de cruising literario llamados biblioteca y rebozarte bien por todas las estanterías, aunque mejor espera a que se termine esta pandemia de COVID.
