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Bustrofedón

Vamos a decir bustrofedón, aguda, como Espiridón o cotiledón. Es el modo de escritura en zigzag, de izquierda a derecha un renglón y el siguiente a la inversa. No solo se altera el sentido, sino también la forma de las grafías, ya que se escribe a líneas alternas como en un espejo. Esta es una peculiaridad de algunos lenguajes escritos que a punto estuvo de cuajar en el latín, y de ahí pasar a nosotros.

Por similitud, se llama en arte bustrofedón a la manera de leer las escenas contenidas en retablos, arquivoltas y tímpanos, o en pinturas que representan historietas. Esta información es útil, ya que uno a veces da por sentado que todo en la vida es de arriba abajo y de izquierda a derecha, y no es así.

Se emplea por demás el bustrofedón en la lectura de la Cábala y tiene diversos usos y significados en los mundos de la alquimia y la astrología porque, cuando no te salen las cuentas, siempre viene bien sumar o multiplicar hacia atrás, o en forma de L, o en espiral, o siguiendo la derrota de la Mano de Fátima.

Mencionemos, por poner la guinda, que Bustrófedon es también un personaje de la novela del célebre escritor cubano Cabrera Infante, Tres tristes tigres (1967), y con esto ya se da el vocablo por presentado.

Preparando estas notas, había planeado hacer un recorrido por la historia de la escritura hasta que desembocó en esta peculiar manifestación, pero he pensado que eso en realidad no explica nada. En este caso es mejor ver la historia en cuatro dimensiones, vestirnos la piel de nuestros algunos de nuestros antepasados, y pensar por qué alguien decidió en un momento dado escribir en bustrofedón.

Puede parecer una estupidez, pero el primer motivo para escribir en zigzag es… ¡escribir!

Más o menos, todos estamos de acuerdo en que la escritura nace a partir de una necesidad, probablemente relacionada con asuntos prácticos. Aunque tenemos muchos restos de la antigüedad, estos son normalmente restos “formales”: documentos oficiales, comerciales, inscripciones en piedra (tumbas, conmemoraciones, etc.). También tenemos algunos restos accidentales, cuya naturaleza era inicialmente efímera (tablillas perdidas y cosas así), y que son muestra de escritura popular (cursiva, frente a la caligrafía).

A la derecha: milenaria receta de cuscús. Foto by Manuel Ramírez Sánchez, CC BY-SA 2.0

¿Por qué se escribe? Conociendo al ser humano, aunque solo sea de soslayo, podríamos decir que la escritura no es otra cosa sino una memoria que uno puede invocar para obligar a ejecutar un contrato o para saber la cantidad exacta de arroz que lleva una paella.

La comunicación escrita ha existido siempre, como quien dice, aunque al principio era pictográfica (si dibujabas un melón, te estabas refiriendo exactamente a un melón) y luego se hizo más abstracta, llegando a lo ideográfico (donde un óvalo podía ser un melón o una aceituna, o un fruto, por ejemplo). Por último, se llegó a la escritura fonética, el colmo de lo abstracto, donde los símbolos se combinan para representar sonidos, de modo que con un pequeño juego de símbolos pueden representarse todas las palabras y conceptos con bastante precisión, aunque a uno a veces le falten las palabras para expresar todo lo que piensa.

Estos símbolos en algunas lenguas eran sílabas (con lo cual el juego de símbolos era bastante grande) y en otras se llegó a la mínima expresión, el alfabeto o, como se dice en algunas lenguas semíticas (como el fenicio o el hebreo), el alefato.

Alefato de la piedra de Tel Zayit, siglo X a. C. La alp (alef o aleph en hebreo) es la primera letra (a la derecha) del alefato fenicio y significaba buey, así que probablemente provenía del hierático egipcio (mirando de lado, se ve la cabeza del animal y los dos cuernos).

El alefato fenicio llegó a la cultura griega por muchos caminos y durante muchos siglos, y sufrió entretanto las modificaciones necesarias para adaptarse a su manera de hablar. Ya sabemos que unas lenguas son distintas a otras en número de vocales, o contienen más silbantes, fricativas, nasales, etc. Adicionalmente, los griegos añadieron las vocales, ya que el fenicio era un alefato consonántico.

En una primera fase, el griego se escribía de derecha a izquierda, como herencia de las lenguas semíticas, y un poco después fue cuando se dio la escritura en bustrofedón. A lo último ya nos quedamos en el sistema de izquierdas a derechas. Siempre se dice que de este modo no tapas con la mano lo que vas escribiendo, ni sobeteas lo escrito, de modo que se pueda correr la tinta. Obviamente, este método no favorece para nada a los zurdos, que representan un 10% de la población. Aunque claro, ¿cuándo ha favorecido algo a las minorías? Al acabar con los déspotas (cuando una minoría aplastaba a la mayoría), inventamos la democracia para conseguir el efecto inverso.

Leyes de Gortina, Creta, siglo V a. C., escritas en bustrofedón. Foto by Andy Montgomery, CC BY-SA 2.0.

¿Fue el bustrofedón un paso intermedio entre el sistema de escritura sinistroverso y el dextroverso? ¿Qué ventajas podía tener escribir y leer así? A mí se me ocurre que había un componente lúdico y decorativo en todo esto. Y también se me ocurre una ventaja, y es que es un método de lectura muy adecuado para el ojo, que no tiene que saltar y retroceder como sucede en cualquier otro sistema de escritura, lo cual parece mucho más eficaz. A la hora de escribir, lo mismo. Un escritor bien entrenado, probablemente escribirá más rápido en bustrofedón. Tampoco creo que estos factores fueran muy relevantes hace dos mil quinientos años.

El sistema de escritura en bustrofedón también se dio ocasionalmente en el fenicio. La escritura sinistroversa, así como el bustrofedón, también se dio en el etrusco y en el latino arcaico.

Pero vamos a completar la historia hasta llegar al alfabeto latino… El alfabeto griego tardó muchos siglos en asentarse y unificarse, hasta la imposición del alfabeto jónico alrededor del IV a. C. El paso del griego al latino pudo hacerse por dos vías. La más aceptada es que pasase del griego al etrusco (que era lo dominante en la península itálica en la época), y del ahí al latino.

Tablilla de Marsiliana, Toscana, siglo VII a. C., con el alfabeto etrusco sinistroverso.

La otra, también plausible, es que se tomase directamente de los griegos de Cumas (asentados al sur de Italia, dentro de la red de colonias denominada Magna Grecia), que eran de origen euboico. En cualquier caso, fue el contacto entre culturas el detonante para la adopción por parte de los pueblos itálicos de este alfabeto que había sido depurado y refinado durante siglos. Por supuesto, al llegar allí, sufrió una serie de cambios para adaptarse a la nueva lengua. Y, si no fuese por el academicismo normalizante, el abecedario que hoy conocemos habría evolucionado mucho más. Por ejemplo, en muchos países no hay distinción ninguna entre los sonidos de v y b, y la y griega suena a veces como una i latina, o como una doble l cuando actúa como consonante. También tendríamos una grafía más adecuada para el sonido que en español escribimos con el dígrafo ch, que de hecho se consideró una letra más del abecedario (junto con la ll) hasta 2010. Algo haríamos también para solucionar nuestros problemas con el sonido /k/, que según el caso se escribe con c, k o q. Al menos tenemos a nuestra querida ñ

El alfabeto latino (con sus múltiples variaciones) es el más utilizado en el mundo. Se usa oficialmente en más de ciento veinte países, que suman más de cuatro mil quinientos millones de personas. ¿Nos animamos a resucitar el bustrofedón?

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